Las Peñas es históricamente el barrio más importante de Guayaquil, pues aunque sus casas solamente tienen alrededor de 100 años, sus características formales y estructurales son muy parecidas a aquellas de los siglos XVIII y XIX.
Morada de hombres ilustres
Cada una de las casas tiene su propia historia. Aquí vivieron personajes ilustres de la política y la cultura del país, como el músico Antonio Neumane, los presidentes Francisco Robles, José Luis Tamayo, Carlos Julio Arosemena Tola, Alfredo Baquerizo Moreno, Eloy Alfaro, el escritor Enrique Gil Gilbert, el historiador Rafael Pino Roca, el pintor Manuel Rendón Seminario, Alfredo Espinosa Tamayo, Juan Montalvo, la educadora Rita Lecumberry, e inclusive Ernesto “Che” Guevara estuvo de paso por este barrio y sirvió gratuitamente de pediatra entre su gente. También fue la cuna de industriales, amas de casa, pescadores y marineros, personajes que nutren de vida la cotidianidad de la ciudad.
Cada una de las casas tiene su propia historia. Aquí vivieron personajes ilustres de la política y la cultura del país, como el músico Antonio Neumane, los presidentes Francisco Robles, José Luis Tamayo, Carlos Julio Arosemena Tola, Alfredo Baquerizo Moreno, Eloy Alfaro, el escritor Enrique Gil Gilbert, el historiador Rafael Pino Roca, el pintor Manuel Rendón Seminario, Alfredo Espinosa Tamayo, Juan Montalvo, la educadora Rita Lecumberry, e inclusive Ernesto “Che” Guevara estuvo de paso por este barrio y sirvió gratuitamente de pediatra entre su gente. También fue la cuna de industriales, amas de casa, pescadores y marineros, personajes que nutren de vida la cotidianidad de la ciudad.
Exposiciones artísticas
A fines de los sesenta, Luis Hidalgo Baquerizo y Eloy Avilés Alfaro fueron los pioneros en realizar exposiciones artísticas en Las Peñas. Mostraban a pintores jóvenes, cuadros de la Escuela Quiteña y réplicas de Monard, Rembrandt o Renault, cada 24 de julio en la noche. Esto es solo un ejemplo de la intensa vida cultural que siempre ha tenido el barrio.
A fines de los sesenta, Luis Hidalgo Baquerizo y Eloy Avilés Alfaro fueron los pioneros en realizar exposiciones artísticas en Las Peñas. Mostraban a pintores jóvenes, cuadros de la Escuela Quiteña y réplicas de Monard, Rembrandt o Renault, cada 24 de julio en la noche. Esto es solo un ejemplo de la intensa vida cultural que siempre ha tenido el barrio.
Historia del viejo Guayaquil, remodelado con hermosos colores.
Hasta 1650, más o menos, el viejo Guayaquil no tenía sino dos calles: la de la orilla, actual malecón, y la calle del cerro que lo bordeaba por su lado sur. En la segunda mitad del siglo habían cinco calles:
- La calle de la orilla,
- La calle Real de Ciudad Vieja, que salía de la plaza de la parroquia hacia el sur y que mantuvo su nombre hasta el siglo pasado,
- La calle de Santa Catalina, que orillaba al cerro en su falda sur, pero más al sur que la anterior calle,
- La calle de Las Peñas, mucho más quebrada e irregular que ahora,
- La vieja calle del cerro, que era una segunda calle en su falda.
La pequeña ciudad tenía cinco barrios: Las Peñas, la Atarazana, en dónde se ubicaban los astilleros, más al norte (como hasta ahora), el Cerro, la Marina y el Del Pozo.
Hacia 1683, con el traslado de los astilleros el barrio empieza a perder importancia. Por muchas razones, entre ellas el crecimiento urbano y la insalubridad de las áreas que lo limitaban por el sur, los habitantes del antiguo Guayaquil resolvieron fundar una nueva ciudad en 1690, ubicada unos dos kilómetros al sur, en la parte llana, y desde entonces se dividió a la ciudad en “vieja” y en “nueva”.
Muchos litigios hubo entre los que quedaban y los que emigraban. Los unos aferrados a su barrio y sus propiedades, y los otros en busca de las comodidades que se proyectaban en la nueva, pues hasta el Cabildo y principales despachos gubernativos pidieron solares.
Los límites de la ciudad vieja se fijaron desde el cerro Santa Ana y cerro de El Carmen hasta lo que es hoy calle Junín, detrás de la iglesia de La Merced, y de la orilla de la ría hasta el barrio llamado entonces Bajo, actualmente la prolongación de las calles Córdova, Escobedo, Bolívar, etc.
A fin de unir las dos ciudades se construyó un largo puente, en sentido norte-sur, desde la plaza de Santo Domingo hasta la Calle de la Muralla, como se llamaba la actual calle Junín. El puente tenía ochocientas varas castellanas y todo el sector que lo recorría se inundaba porque varios esteros en el invierno y altas mareas (aguajes) regaban sus aguas por la calle nueva, que poco a poco se iba rellenando de cascajo.
Hasta 1650, más o menos, el viejo Guayaquil no tenía sino dos calles: la de la orilla, actual malecón, y la calle del cerro que lo bordeaba por su lado sur. En la segunda mitad del siglo habían cinco calles:
- La calle de la orilla,
- La calle Real de Ciudad Vieja, que salía de la plaza de la parroquia hacia el sur y que mantuvo su nombre hasta el siglo pasado,
- La calle de Santa Catalina, que orillaba al cerro en su falda sur, pero más al sur que la anterior calle,
- La calle de Las Peñas, mucho más quebrada e irregular que ahora,
- La vieja calle del cerro, que era una segunda calle en su falda.
La pequeña ciudad tenía cinco barrios: Las Peñas, la Atarazana, en dónde se ubicaban los astilleros, más al norte (como hasta ahora), el Cerro, la Marina y el Del Pozo.
Hacia 1683, con el traslado de los astilleros el barrio empieza a perder importancia. Por muchas razones, entre ellas el crecimiento urbano y la insalubridad de las áreas que lo limitaban por el sur, los habitantes del antiguo Guayaquil resolvieron fundar una nueva ciudad en 1690, ubicada unos dos kilómetros al sur, en la parte llana, y desde entonces se dividió a la ciudad en “vieja” y en “nueva”.
Muchos litigios hubo entre los que quedaban y los que emigraban. Los unos aferrados a su barrio y sus propiedades, y los otros en busca de las comodidades que se proyectaban en la nueva, pues hasta el Cabildo y principales despachos gubernativos pidieron solares.
Los límites de la ciudad vieja se fijaron desde el cerro Santa Ana y cerro de El Carmen hasta lo que es hoy calle Junín, detrás de la iglesia de La Merced, y de la orilla de la ría hasta el barrio llamado entonces Bajo, actualmente la prolongación de las calles Córdova, Escobedo, Bolívar, etc.
A fin de unir las dos ciudades se construyó un largo puente, en sentido norte-sur, desde la plaza de Santo Domingo hasta la Calle de la Muralla, como se llamaba la actual calle Junín. El puente tenía ochocientas varas castellanas y todo el sector que lo recorría se inundaba porque varios esteros en el invierno y altas mareas (aguajes) regaban sus aguas por la calle nueva, que poco a poco se iba rellenando de cascajo.
El barrio y los estratos sociales
En el siglo XVIII Las Peñas fue un barrio de clase media. Algunas señoras acaudaladas trasladaron sus viviendas hacia ese sector y convivieron con estratos populares como artesanos, pescadores, comerciantes prósperos y artistas. “Las Peñas en 1650 era un sumun de todos los grupos étnicos coloniales”, según los cronistas de la época.
En el siglo XIX comienza su aristocratización con la compra de algunos solares por parte de familias nobles de la época como la señora Clara Barron Ruiz y Barreyro, las familias Tola, Arces, etc.
Incendio y reconstrucción
El gran incendio de 1896 arrasó el barrio, que fue reconstruido en el siglo XX con rasgos de su arquitectura original. En 1902 se registra el último incendio que azotó la ciudad, aunque esta vez las casas no fueron gravemente afectadas gracias a que para entonces ya contaban con un destacamento de bomberos.
Durante gran parte del siglo XX fue uno de los barrios más conocidos por acoger a la elite social porteña.
En el siglo XVIII Las Peñas fue un barrio de clase media. Algunas señoras acaudaladas trasladaron sus viviendas hacia ese sector y convivieron con estratos populares como artesanos, pescadores, comerciantes prósperos y artistas. “Las Peñas en 1650 era un sumun de todos los grupos étnicos coloniales”, según los cronistas de la época.
En el siglo XIX comienza su aristocratización con la compra de algunos solares por parte de familias nobles de la época como la señora Clara Barron Ruiz y Barreyro, las familias Tola, Arces, etc.
Incendio y reconstrucción
El gran incendio de 1896 arrasó el barrio, que fue reconstruido en el siglo XX con rasgos de su arquitectura original. En 1902 se registra el último incendio que azotó la ciudad, aunque esta vez las casas no fueron gravemente afectadas gracias a que para entonces ya contaban con un destacamento de bomberos.
Durante gran parte del siglo XX fue uno de los barrios más conocidos por acoger a la elite social porteña.
Las Peñas, Tradición y Rescate
Al pie del cerro Santa Ana y a la orilla del río está el pequeño bastión que es conocido como La Planchada, y en el cual se inicia la calle Numa Pompilio Llona, nombre del notable poeta guayaquileño de fines del siglo XIX que vivió hasta principios del XX. Esta calle angosta y sinuosa que bordea el cerro está ubicada en el barrio de Las Peñas, el primero que se fundó en la ciudad, que debe su nombre a unas peñas y peñascos, estribaciones del cerro que se sumergen en las aguas, hacia la ría.
Esa callejuela salía antes a la actual hacienda La Atarazana, comenzando por el fortín hasta detrás del cerro, donde estaba ubicada. Unos vecinos hicieron sus casas en la falda del cerro y otros las hicieron en la orilla misma de la ría, dejando ese callejón comunicante en medio. A ese callejón se lo llamó, por muchos años, la calle de los pescadores, por cuanto ellos, sus primeros ocupantes, sacaban por ahí a la ciudad o llevaban al cerro los peces para el mercado.
La orilla del barrio de Las Peñas fue siempre la escuela de natación de ciudad vieja o Guayaquil Antiguo.
Es posible que fuera sobre peñascos y peñas que se iniciaron las construcciones de amurallamiento de la ciudad en la época colonial (1682), así como un fuerte armado de cañones para la defensa contra los asaltos de los corsarios, muy frecuentes entonces contra las colonias de España.
Las Peñas es un barrio que en Guayaquil se ha mantenido a través del tiempo al margen de la evolución arquitectónica y de la transformación urbana; precisamente en eso radica su belleza y valor patrimonial. En la actualidad reúne los elementos mínimos para que pueda ser considerado como el nexo de continuidad entre la historia escrita con quincha, madera y tejas y el predominio contemporáneo del hierro, el cemento y el vidrio.
El Muy Ilustre Municipio de Guayaquil y las Fundaciones Guayaquil Siglo XXI y Malecón 2000 firmaron un convenio interinstitucional para la restauración del histórico Barrio Las Peñas. Esta primera fase comprende desde el fortín, a través de la calle Numa Pompilio Llona hasta la escalinata que conduce al callejón del Galeón.
El barrio Las Peñas es uno de los pocos legados históricos que posee la ciudad y su estilo arquitectónico muy particular, su estrecha calle, sus casas junto al río que poseen dos frentes lo convierten en un llamativo destino de visita turística. Cada mes de julio se convierte en vitrina de arte y cultura de artistas que viven en el lugar y de manifestaciones culturales que tienen la oportunidad de mostrarse año tras año.
http://www.visitaguayaquil.com/
Al pie del cerro Santa Ana y a la orilla del río está el pequeño bastión que es conocido como La Planchada, y en el cual se inicia la calle Numa Pompilio Llona, nombre del notable poeta guayaquileño de fines del siglo XIX que vivió hasta principios del XX. Esta calle angosta y sinuosa que bordea el cerro está ubicada en el barrio de Las Peñas, el primero que se fundó en la ciudad, que debe su nombre a unas peñas y peñascos, estribaciones del cerro que se sumergen en las aguas, hacia la ría.
Esa callejuela salía antes a la actual hacienda La Atarazana, comenzando por el fortín hasta detrás del cerro, donde estaba ubicada. Unos vecinos hicieron sus casas en la falda del cerro y otros las hicieron en la orilla misma de la ría, dejando ese callejón comunicante en medio. A ese callejón se lo llamó, por muchos años, la calle de los pescadores, por cuanto ellos, sus primeros ocupantes, sacaban por ahí a la ciudad o llevaban al cerro los peces para el mercado.
La orilla del barrio de Las Peñas fue siempre la escuela de natación de ciudad vieja o Guayaquil Antiguo.
Es posible que fuera sobre peñascos y peñas que se iniciaron las construcciones de amurallamiento de la ciudad en la época colonial (1682), así como un fuerte armado de cañones para la defensa contra los asaltos de los corsarios, muy frecuentes entonces contra las colonias de España.
Las Peñas es un barrio que en Guayaquil se ha mantenido a través del tiempo al margen de la evolución arquitectónica y de la transformación urbana; precisamente en eso radica su belleza y valor patrimonial. En la actualidad reúne los elementos mínimos para que pueda ser considerado como el nexo de continuidad entre la historia escrita con quincha, madera y tejas y el predominio contemporáneo del hierro, el cemento y el vidrio.
El Muy Ilustre Municipio de Guayaquil y las Fundaciones Guayaquil Siglo XXI y Malecón 2000 firmaron un convenio interinstitucional para la restauración del histórico Barrio Las Peñas. Esta primera fase comprende desde el fortín, a través de la calle Numa Pompilio Llona hasta la escalinata que conduce al callejón del Galeón.
El barrio Las Peñas es uno de los pocos legados históricos que posee la ciudad y su estilo arquitectónico muy particular, su estrecha calle, sus casas junto al río que poseen dos frentes lo convierten en un llamativo destino de visita turística. Cada mes de julio se convierte en vitrina de arte y cultura de artistas que viven en el lugar y de manifestaciones culturales que tienen la oportunidad de mostrarse año tras año.
http://www.visitaguayaquil.com/